Can Yaman: "Me mantengo con los pies en la tierra y no voy presumiendo"
Hace un par de años, Can Yaman hubiera podido recorrer la Gran Vía madrileña de punta a punta sin que nadie lo reconociera. Pero la serie ‘Erkenci Kus’ (‘Pájaro soñador’), emitida con gran acierto por Divinity, lo ha convertido en uno de los hombres más célebres de Turquía.
Paradójicamente, sus cotas de fama, aunque altas, no alcanzan en su país las de algunos de sus compañeros, pero las superan fuera. Este abogado reconvertido en actor es, a sus 30 años, un fenómeno de masas en toda Europa. Su popularidad ha sido tan repentina y tan explosiva que a su llegada a Madrid, el pasado domingo, centenares de personas le esperaban en el aeropuerto.
Llegó al mediodía, pero algunas fanes llevaban esperando desde las siete de la mañana, inundando la zona de llegadas de la Terminal 1 como una marea. El colapso fue tal que cuatro agentes de la policía lo sacaron de la terminal escoltado. Horas después, él se disculpaba con sus fanes en las redes sociales por no haber podido dedicar más tiempo a saludarlas. Y ellas, solícitas, seguían su peregrinación hasta el hotel Riu en la Plaza de España, donde, de nuevo, volvían a acampar a la espera de que el actor turco bajara.
«Hay que corresponder ese amor que la gente siente hacia nosotros»
Pero no lo hizo ese día, sino al siguiente, cuando comenzó con sus compromisos profesionales. Fue a Mediaset, grabó sus intervenciones, firmó autógrafos y por la noche, se plantó en los Premios Actúa, donde posó con Javier Bardem, de quien dice que es «uno de los actores que más me gusta», logró casi hasta eclipsar al español.
El martes, la jornada incluía una rueda de prensa con medios españoles. Cerca de 50 se acreditaron para encontrarse con Can —«Yan, se pronuncia Yan», corregía con humor al comienzo—. El actor ha levantado pasiones también en las redacciones, así que casi todos los asistentes llevaban encargos de alguien cercano. y él, cauto, cuando le preguntaban por la popularidad aseguraba que lleva bien la fama y que intenta no perder la cabeza. «Me mantengo con los pies en la tierra y no voy presumiendo. Gracias a Dios he tenido una buena educación, me ha criado una familia muy generosa. Estoy tratando de digerir todo esto de forma humilde y rodeado de gente buena», comentaba.
No obstante, se mostraba sorprendido por la avalancha. «No hay palabras para describir esto. En Turquía parece imposible que la gente en Europa tenga tanto interés por los actores turcos. Aquí tenéis actores muy importantes y uno nunca espera sentir el mismo interés».
Aseguraba también que tanto éxito tiene una cara menos amable, pero que la asume. «Vas a un local y no te dejan comer o hablar con tus amigos. Esas cosas son efectos secundarios que hay que tomarse con calma. Hay que lidiar con ello y corresponder a ese amor que tiene la gente hacia nosotros. Y tienes que tener un carácter fuerte porque sino, eso puede pasar factura».
Más que un rostro bonito
A pesar de que, indudablemente, su belleza ha sido clave para traspasar fronteras, Can Yaman es más que un buen físico. Según los perfiles que de él han hecho los medios turcos y sus publicaciones en su cuenta de Instagram, donde tiene 5,6 millones de seguidores, el actor tiene otras virtudes. Habla cuatro idiomas con soltura —turco, italiano, inglés y alemán—, fue un estudiante brillante, y se licenció en Derecho en la universidad de Yeditepe, en Estambul, a la que llegó con una beca de baloncesto.
«Sigo teniendo el bufete de abogados, pero lo llevan mis dos compañeros»
De hecho, ejerció la abogacía hasta que unas clases de interpretación para mejorar su dicción le mostraron su nuevo camino. «Sigo teniendo el bufete de abogados con mis dos compañeros. Sigue en marcha y ellos seguirán con sus funciones. Pero legalmente en Turquía no está permitido tener una segunda profesión. Por eso, lo que he hecho es suspender la parte de abogado y seguir con la actuación. Si un día decido dejar esto y volver, siempre lo puedo hacer«.
Pero antes de plantearse nada, tiene que hacer el servicio militar, obligatorio en Turquía para los hombres entre 21 y 41 años. Eso le fuerza a deshacerse de la coleta y la barba que han caracterizado a su personaje más célebre. «Estoy obligado a cortármelo», reconocía con una sonrisa. «Me han llegado ofertas para donar el pelo para gente que lo necesite por enfermedades como el cáncer», y ha asegurado que lo va a hacer.
Volverá a la actuación después del servicio militar, que en su caso parece ser que durará cerca de un mes –según han publicado diversos medios sería gracias a una norma reciente que permite reducir los seis meses obligatorios pagando 31.000 liras (cerca de 4.600 euros)–. Y ya tiene un nuevo proyecto. De él no desvela el título, pero sí que «no va a ser una comedia romántica, porque ya hemos hecho lo mejor que podíamos en eso», confiesa.
«Me gustaría conocer a una persona divertida y que sea sincera»
Se refiere con ese comentario a ‘Dolunay’, la serie que ahora emite Divinity, pero con más motivo a ‘Erkenci Kus’, la que le ha encumbrado. Durante la emisión de la ficción, la química entre Can Yaman y su coprotagonista, Demet Özdemir, fue tal que se rumoreó que el amor podía haber traspasado la pantalla. Y él, que siempre evita hablar de temas personales, en Madrid solo esbozó una idea de lo que tiene que tener alguien para conquistarle.
«Me gusta experimentar cosas nuevas y conocer a gente nueva. No tengo líneas específicas para decir que esta es la mujer ideal, la mujer correcta para mí», pero apunten: tiene que ser «graciosa y que no se estrese. Me gustaría conocer a una persona divertida, con quien pueda reír todo el rato y que sea sincera». Seguro que sus fanes ya han tomado buena nota para cuando vuelva. Quizá en su próxima visita tengan más suerte intentando acercarse a él… o quizá menos competencia.
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