Los hijos mellizos de Charlene y el príncipe Alberto hacen de las suyas en el balcón del palacio de Mónaco
La tercera semana de enero tienen lugar las fiestas que homenajean a la patrona de Mónaco, Santa Devota. Es tradición que en su iglesia las novias ya casadas con el príncipe de Mónaco entreguen su ramo y tiene un gran significado para el principado. Ayer se celebró la tradicional misa en la Catedral para la que Charlene de Mónaco eligió un conjunto formal y algo sobrio aunque con un toque chic irresistible. Llevó una falda plisada estampada de gasa, en tonos azules y burdeos, a juego con una americana azul marino que marcaba la cintura pero que tenía cierto volumen en las caderas. Remató el conjunto con un pañuelo de seda al cuello estampado en tonos vino, con unos guantes de ante azules y zapatos de salón iguales. Llevó una coleta baja, con mechones delanteros sueltos y un bolso de piel con textura en marrón y de diseño vintage.
El príncipe Alberto a su lado era su mejor accesorio pues su traje de chaqueta azul marino y su corbata en color granate le daba la réplica perfecta a todo su look.
Después, el matrimonio salió a saludar desde los balcones de palacio y fue allí donde sus hijos les robaron todo el protagonismo. Este año acudieron los dos mellizos pues el pasado la pequeña Gabriella no pudo asistir. Los hermanos como siempre fueron la nota divertida de la jornada. La pequeña de cinco años llevó un abrigo blanco con bordados a todo color con formas de flores en la parte inferior, leotardos en color crema y merceditas doradas, a juego con su diadema. Su hermano lució un traje oscuro con camisa blanca. Aunque, lo que verdaderamente llamó la atención fueron las gafas de sol que lucían los mellizos.
Las de la princesa Gabriella de corte clásico y las del príncipe Jacques de aspecto deportivo y con cristales de espejo firmadas por Ray-Ban. Ambos sonrieron, saludaron y jugaron con los juguetes que llevaron para la ocasión, como harían cualquier niño de 5 años… hasta que uno de los juguetes se escapó de las manos de Jacques y cayó balcón abajo.
La noche anterior los niños también acompañaron a sus padres a la tradicional hoguera e incluso ayudaron con sus antorchas a encender la pira en la que se quema simbólicamente un barco de madera típico de la costa monegasca. Un rito que se remonta al siglo XIX y que según la tradición se dice que los clavos que quedan del barco entre las cenizas, traen felicidad a quien los encuentra.
En esta noche tan especial, la princesa Gabriella llevó un abrigo rojo de corte clásico, con zapatos de charol negro y su hermano otro igual en azul marino. Ambos compartieron confidencias y risas dejando imágenes entrañables.
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