Victoria de Suecia, la princesa que peleó contra todo por mantener la sonrisa
A Victoria le gusta bromear con la fecha de su nacimiento, 14 julio. La heredera al trono de Suecia nació en el hospital Karolinska de Estocolmo el mismo día en el que se conmemora la toma de la Bastilla, el comienzo de la Revolución Francesa que iba a poner fin al antiguo régimen y llevaba a la guillotina a María Antonieta y esposo, Luis XVI.
Este 14 de julio –231 años después de que en las calles de París se reclamase pan, liberté, igualité y fraternité– Victoria Ingrid Alice Désirée, Princesa de Suecia, duquesa de Västergötland cumple 43 años. Y la broma de la heredera no deja de tener su gracia, no solo por el día de su nacimiento, también porque desciende de un revolucionario mariscal de Napoleón, Jean Baptiste Jules Bernadotte. Un gran militar y un hábil político que se convirtió en Carlos XIV Juan de Suecia y Carlos III de Noruega (entonces estaban unidos ambos países) .
El destino
A Victoria la bautizaron en la catedral de Estocolmo bajo el manto protector de padrinos de postín: la reina Beatriz de Holanda, Harald de Noruega, la tía Desireé (hermana de su madre) , el tío Ralf Sommerlath (hermano de su padre) . Era la primogénita de los reyes y el destino se había conjurado para poner una corona sobre sus sienes; aunque cuando Victoria posa como una reina, cuando sonríe desde lo más hondo del alma es cuando ejerce de reina de su familia. Victoria es una feliz madre y una mujer enamorada de su marido. Ese no es un papel que represente ante las cámaras, ese es su gran afán en la vida.
Sin embargo, el destino hizo su trabajo para hacer de ella algo más que la reina de su casa. A pesar de ser la primogénita de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, Victoria no estaba llamada a reinar. La ley Sálica impedía reinar a las mujeres en Suecia. De ahí, el disgusto de su padre al ver que su primer hijo era una niña. Disgusto que se acentuó al comunicarle los médicos que esa sería la primera y la única de sus hijos, que no habría más. Esta noticia y sobre todo la presión de los grupos feministas del país provocaron la reforma de la Constitución para abolir la ley que otorga preminencia del hombre sobre la mujer para acceder al trono.
Aunque la princesa ya tenía tres años cuando la ley entró en vigor y además un hermano, y también muy a pesar de la presión ejercida por su padre al insistir en aquello de que si había nacido un niño para que demonios enredar con las leyes, la cuestión es que en 1980 la reforma entró en vigor con efectos retroactivos y la corona y el cetro de los Bernadotte, recayó sobre Victoria. Ella será la cuarta reina de Suecia, después de Margarita en 1389 que tuvo bajo su corona a los países nórdicos; la reina Cristina, considerada una de las mujeres más importantes del siglo XVII y Ulrika Eleonora, que se mantuvo tan solo dos años en el trono pero comprometida con la abolición de la monarquía absoluta. Y en el futuro, será Victoria, la única mujer reina.
Además de Carlos Felipe, al hogar de los reyes suecos llegó una tercera niña, hermosa y sonriente, dando por traste definitivamente el diagnóstico de los médicos. Aparentemente, formaban una familia feliz, los padres, además de reyes ejercían de padres y dejaban entrar las cámaras en palacio para enseñar a los suecos y al mundo cuan felices eran todos jugueteando y cocinando juntos, Silvia, cierto, demasiado bien vestida para juguetear, aparecía algo rezagada para mantener impoluta sus blusas. Vacaciones en la nieve, en la Costa Azul. Corrían un cúmulo de imágenes de una familia feliz.
Victoria fue a la escuela pública. Fortalecía el dominio de idiomas con meses de estudio en Alemania y Estados Unidos y, al finalizar la secundaria estudió francés en el Centre International D’Études Françaises de la Université Catholique de L’Ouest en Angers, Francia. Al cumplir los 18 juraba lealtad al Rey y a la Constitución, en el Salón de Estado del Palacio Real de Estocolmo, con un cuidado discurso en el que asumió de forma oficial su rango de Princesa Heredera.
En otoño de 1997 le diseñaron un plan de estudios de Ciencias sociales y acerca del funcionamiento de las instituciones suecas .Trabajó en las Naciones Unidas en Nueva York, en la Embajada de Suecia en Washington DC, estudió la resolución de conflictos y mantenimiento de la paz internacional y completó su formación en el Organismo Sueco de Desarrollo Internacional. Y fue al ejército durante tres semanas.
Demasiada presión. Un día empezamos a ver a una princesa escuálida, a punto de romper. La casa real comunicó que padecía anorexia y ella puso tierra de por medio y se fue a Estados Unidos. Al cumplir 40 años habló de aquella etapa para un documental de cadena sueca SVT . “Solía pensar que era estúpida y lenta”, confesó una de las princesas más valoradas y queridas de la nueva cantera del gotha. Reconoció en esa entrevista que no había superado el temor a hablar en público. Pero no atribuía sus problemas con la ansiedad a la posición que ocupa en la Familia Real: “Cada persona tiene sus razones para sentirse mal”, explicó.
Todo su entorno se movilizó para ayudarla a superar sus problemas. “Necesitaba tiempo para ordenar las cosas y recuperar mi equilibrio. Necesitaba conocerme a mí misma, descubrir mis límites y alejarme de las presiones constantes”, dijo en otro fragmento de la entrevista. Le aconsejaron llevar una vida más saludable en la que no podía faltar el ejercicio físico. La princesa debía acudir al gimnasio, fue precisamente en este lugar donde conocería a quien se convertiría en su esposo, Daniel Westling. El destino de nuevo.
Una familia propia
Fue su hermana Magdalena quien la aconsejó apuntarse al gimnasio Master Training de Estocolmo, un lugar exclusivo al que acudía lo más granado de la ciudad. Allí estaba su príncipe, que no era azul, sino rubio, y el dueño del gimnasio. Día a día, Daniel fue convirtiéndose en el soporte que necesitaba Victoria, le otorgó seguridad y fortaleza. La heredera al trono se enamoró localmente de él. Pero, Daniel Westling no era el hombre que el rey quería como marido de su hija mayor. Tampoco el Parlamento. Daniel había demostrado ser un buen hombre de negocios, pero su formación era escasa, sus intereses por otras culturas, nulos y ni siquiera tenía un buen dominio del inglés. ¡Cómo iba a ser el marido de la futura reina!
Y un día, tras cinco años de relación, la princesa volvió a casa, o sea a palacio. Pero la pareja no había roto. Y la prensa hizo su parte: “El rey no permite la entrada de Daniel al Castillo”, publicaba el periódico Aftonbladet. “Daniel no es bienvenido a festejar la Nochebuena con su novia ”, decía Expressen. Y así todos.
Pero, como en las canciones de Rocío Jurado, venció el amor. El tiempo ha demostrado que Victoria llevaba razón. Y ha hecho su cuento, aunque al revés. Era una princesa, lo que ansiaba era su familia propia. Pocas novias desprendían tanta felicidad el día de su casamiento como ella ante los representantes de todas las casas reales, el pueblo sueco y el mundo, al coger de la mano a su príncipe de origen humilde, aunque ya forrado en esas fechas.
Ni el día del enlace se eligió al azar. Fue el 19 de junio de 2010 cuando Daniel se convirtió oficialmente en su príncipe. El mismo día del año 1976 se casaron sus padres. El 19 de junio de 1823 también se dieron el “sí, quiero” Josefina de Leuchtenberg, nieta de la emperatriz Josefina Beauharnais, con Oscar I de Suecia. Su hijo Carlos (XV) también se casó un 19 de junio de 1850 con Luisa de Holanda. La Princesa Sofía de Nassau entró en Estocolmo el 19 de junio de 1857 tras su matrimonio con el Príncipe Oscar (II) , hermano del anterior.
Victoria y Daniel montaron su hogar en el castillo de Haga, un palacete de corte italiano rodeado de bosques en el norte de Estocolmo, recuperado para la familia real gracias a la generosidad del gobierno sueco. En ese palacio vivieron los abuelos de la princesa Victoria, a los que no conoció. “No conocí a mis abuelos, saber que vivieron aquí, que recorrieron estos lugares, convierte este espacio en un lugar muy especial. Es como sentirles un poco más cerca”, declaró la princesa en esa entrevista.
En ese paraje rodeado de vegetación la futura heredera al trono de Suecia ha creado un hogar con su marido, al que adora, y con sus dos hijos Estele, de 8 años, una niña risueña y divertida, y Óscar de cuatro. Al igual que hicieron sus padres, la familia abre las puertas de Haga para que recojan algunas escenas de familia. Pero Victoria sí se mancha de harina cuando juega con su hija a hacer galletas.
Victoria confiesa cierto vértigo cuando habla en público. No es la princesa más elegante aunque se ponga un Valentino, ni la más flaca, tampoco despampanante como su hermana. Sin embargo, sí es de las más valoradas de la actual generación de princesas y reinas. Porque es simpática, porque no oculta su timidez, ni siquiera al caminar, que parece dar zancadas, porque se nota su esfuerzo por hacer bien su trabajo, pero, ante todo, por la actitud positiva y la pelea que ha mantenido por encontrar “una habitación propia”, que diría Virginia Woolf. ¡Feliz cumple!
Artículo publicado originalmente el 14 de julio de 2017 y actualizado.
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