Adriana Abascal, Chiquinquirá Delgado y Amaia Izar, cumbre de bellezas en un tren con destino Aranjuez

“La vida es como una jornada en tren. Y cada parada hay unos que suben y otros bajan. Yo siempre uso esa imagen para entender la vida. Y la muerte. Cuando naces, están tus padres o por lo menos tu madre, pero en alguna parada se baja. No hay nadie que esté todo el viaje contigo. Tus hijos y tu marido llegan después, hay gente que se baja voluntariamente, y como cualquier jornada, vas viendo lluvia, vas viendo sol, hay veces que las vías te sacuden un poco… Lo importante es que la vida es un proceso de aprendizaje. Ahora, estoy mucho más enfocada en sentirme bien. En este momento quiero vivir a tope, tengo suficiente sabiduría, se me ha quitado un poco lo estupidez, tengo energía, estoy en forma… y, a todas estas, si podemos evitar que se me caiga el culo, pues mejor”.

Adriana Abascal (Veracruz, 1970) fue este miércoles por la noche una de las estrellas invitadas a subirse a bordo del ‘I Wine Trip’, un viaje de ida y vuelta a Aranjuez organizado por la Fundación de la Cultura del Vino en colaboración con Vanity Fair y Scalpers. Y en este evocador tren –donde catamos los mejores caldos de España: desde Marqués de Riscal a Muga, Terras Gauda, La Rioja Alta o Vega-Sicilia–, esta mujer poliédrica, tan trascendental como esteta y divertida por encima de todo, reflexionó sobre su azarosa e interesante existencia. Dejó pronto su carrera como actriz y presentadora para cuidar a sus hijos, fruto de su relación con el empresario español Juan Villalonga, con quien se casó tras enviudar del magnate de la televisión mexicana Emilio Azcárraga,el Tigre, fallecido en 1997. “Pero ahora me toca a mí, ¿no?”, reflexiona mientras habla de dos próximos proyectos, uno relacionada con la moda –“que me traerá a España, Italia… ya que es una idea global”– y otro relacionado con el entretenimiento –”me encantaría volver a la interpretación y la televisión”.

Adriana, muchas mujeres en una –es coleccionista de arte, una estrella de la alfombra roja, pero también “la mamá que le lleva los tuppers a sus hijos al colegio”– fue Miss México en 1988, dos años antes de que Chiquinquirá Delgado fuese coronada Miss Venezuela. Ambas modelos, hoy convertidas en dos personalidades de peso en la escena social española, coincidieron en el tren que salió anoche de la estación del Ferrocarril en Madrid. Chiquinquirá se ha instalado en Madrid. Aquí participa enla segunda temporada de la serie ‘Marea Alta’, de Netflix. Su pareja, el periodista Jorge Ramos, recibió hace unos meses el premio periodismo internacional de Vanity Fair. La bella venezolana estuvo acompañada por su buena amiga Eliza Arcaya, una de las empresarias hosteleras más poderosas de Madrid. Su restaurante, Café Murillo, es punto de reunión de la beautiful people de la capital.

A Adriana y Chiquinquirá se unió una tercera belleza oficial. Amaia Izar, Miss Mundo España 2018. Tras un año de reinado muy intenso, la joven tiene previsto volcarse en la carrera de empresariales y sueña con tener pronto su propio negocio. Y hablando de exitosas empresarias, Andrea Pascual y Ana María Chico de Guzmán fueron otras de las que decidieron subirse al tren para probar algunos de los mejores caldos españoles y celebrar una noche especial con Vanity Fair. También asistió la joyera Casilda Finat, cuyas creaciones son las favoritas de muchas famosas, entre ellas Tamara Falcó y Victoria Federica. La joven acudió junto a su marido, el ganadero sevillano Álvaro Martínez-Conradi.

También estaba la diseñadora Inés Martín Alcaide; el doctor Jaime Jiménez de la prestigiosa clínica dental Ciro; las actrices Marta Hazas, Dolores Chaplin y Macarena Gómez; los actores Ricardo Gómez, Stany Coppet, Santiago Alverú, Fernando Andina y Miguel Ángel Muñoz; los cineastas Marta Milans y Daniel Sánchez Arévalo y el escritor Rafael Tarradas, cuyo libro Al final del camino… la paz, ha triunfado entre la jet set. El viaje de anoche entre Madrid y Aranjuez también merece ser escrito.





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