Boris Izaguirre: “La gente que a mí me gustaba renegaba de mí por mi pluma”

Boris Izaguirre es uno de esos personajes que nunca defrauda porque marca la diferencia en todo, en su forma de expresarse, de moverse, de vestir, de hablar y reflexionar sobre los temas más diversos, más allá de la crónica social o de la situación de su país, Venezuela, convertido en lugar estratégico de las tres grandes potencias EE.UU, Rusia y China. Satisfecho y feliz por el giro que está dando a su vida profesional, gracias al éxito de “Lazos de sangre”, que presenta los miércoles en TVE, Boris ha encontrado el reconocimiento y la serenidad que no tenía.

No has descansado este verano.
No, no he dejado de trabajar, pero no me importa, estoy encantado porque el programa está resultando increíble, un éxito, cuando ya no pensaba que una oportunidad así fuera a aparecer en mi vida.

¿Cómo surgió la idea de presentar ‘Lazos de Sangre’?
Me llamó Toñi Prieto, una histórica de TVE, y me dijo: “Boris, acabamos de cerrar una reunión y todos estamos de acuerdo que quién mejor que tú para presentar “Lazos de Sangre”, ahora que por fin te has quitado de encima todas esas cosas que te hacían insoportable”.

¿No le molestó tanta sinceridad?
No, entendí lo que quería decir, que puedo llegar a ser excesivo, una actitud que viene de mis tiempos de “Crónicas”. No me dijo nada que yo no supiera y de lo que era consciente desde que Macarena Rey me llamó para que participase en “MasterChef Celebrity”, que fue para mí una nueva oportunidad para rehabilitarme.

¿Necesitaba rehabilitarse? ¿En qué sentido?
Debía curarme de mí mismo, porque si bien es cierto que he conseguido algo increíble, algo original, a la hora de darme a conocer como personaje y comunicador, también soy consciente de que abusé, incluso de que estuve a punto de devorarme a mí mismo.

¿Es consciente de que no sería lo que es sin haber pasado por ‘Crónicas Marcianas’?
Claro, y de haber aprovechado muy bien las oportunidades que se me han ofrecido desde que llegué a España. Ahora soy mejor persona, pero he sabido aprovechar el desierto y los tiempos malos.

¿Para hacer qué?
Yo tomé la decisión hace un tiempo de poner fin a esa deriva que había tomado mi vida profesional. Si yo impartiera un Master sería sobre cómo aprovechar esos momentos duros, vacíos, que se dan en la vida profesional y en los que tienes que rehacerte de nuevo.

¿Ha sido un proceso duro?
Sí, porque yo no era un comunicador normal y corriente porque sabía mezclar muy bien el humor con las cosas serias y todo eso, que era una creación de Javier Sardá, yo necesitaba recuperarlo para volver a tener ese espíritu y esa creatividad. ¿Cómo conseguirlo? Escapando de mí mismo. Vi clarísimo que nada iba a ser como era.

¿Ha sufrido en este tiempo?
Mucho, porque me han pasado muchas cosas: la muerte de mi madre fue un mazazo. Ocurrió cuando más perdido estaba, cuando ya había aceptado trabajar en Miami porque para mí abandonar España era como realizar el viaje de vuelta sin saber a dónde me llevaba.

¿No hay mal que por bien no venga?
Sí porque se aprende más de la oscuridad, del silencio, que de la luz, la alegría y el éxito.

Le veo más maduro.
Sí, porque he aprendido a entender más y mejor a Rubén, y la relación que mantenemos desde hace más de 27 años. Para mí es como si me hubiera tocado la lotería porque, como bien dijo Isabel Preysler que se sentía muy orgullosa como madre, yo también como marido, porque al lado de Rubén me he hecho más hombre.

¿Por qué?
Porque la gente que a mí me gustaba renegaba de mí por mi pluma, por mi visibilidad, tenían demasiados prejuicios, y así les va. En cambio, cuando yo conocí a Rubén me di cuenta de con él sí podía tener una gran historia de amor con él.

Pese a ser tan diferentes.
Rubén desde el inicio de nuestra relación me dijo: Tú vas a ser famoso porque lo deseas tanto que lo vas a conseguir, pero a mí no me saques nunca en la foto.

¿Qué les une?
Creo que Rubén me admira mucho y yo a él. Cuando yo participé en “La Tribu”, recuerdo que me preguntó si era posible que yo no fuera el Boris de “Crónicas”. Aquello me chocó, me hirió, pero entendí perfectamente lo que me estaba diciendo, tenía razón.


¿Cómo se encuentra en este punto de la relación?
Muy feliz, me encanta mi casa, cómo está organizada, me paso muchas horas sin salir, aunque en invierno andamos mucho por el Retiro.

Hágame un balance de ‘Lazos de sangre’.
Ha sido un reto, no sólo porque al presentarlo he podido mostrar mi nueva faceta como presentador, sino porque he recuperado el humor, la madurez, no olvides que voy a cumplir 54 años y, aunque no se note tanto en el físico, sí en la manera de expresarme. ¿Tú sabes que el estilo es lo único que mejora con los años?

¿Empezar con Tita fue casual?
No, y el que entrase por teléfono fue un regalo. De la baronesa me admira su constancia, ella no nació para ser una más, nació para ser una personalidad, lo demuestra que siga ahí, en la brecha, luchando por la permanencia de su colección en el museo Thyssen.

¿Le sorprendieron las declaraciones de Cayetano de Alba?
Me hizo sentir un gran comunicador porque intuí que en su vida había cosas que no sabíamos. Yo, cuando entrevisto, miro al entrevistado, me gusta observarles, porque sabes por dónde van a salir, y en el caso de Cayetano me di cuenta de que la suya era una confesión.

¿Sabe cómo lo vivió la familia?
Yo creo que Eugenia ha tomado el relevo de su madre. No es algo que yo haya hablado con ella, pero es su actitud ante los problemas familiares. Quiere que todo lo que le rodea sea armonioso, y ese momento de Cayetano debió ser duro para ella.

Sin embargo, se abrió en canal.
Efectivamente, y para mí será un momento inolvidable de mi carrera.

¿Qué tiene Isabel Preysler para llevar tantos años en primera línea de la actualidad?
Yo estoy convencido de que, al igual que me ocurrió a mí cuando la conocí, la gente está enamorada de ella. No es lista, tiene una inteligencia superior, y eso es algo que enamoró a Boyer.

Creemos saberlo todo de ella y en realidad no sabemos nada.
Así es, tiene misterio y una enorme capacidad de seducción, porque cuando estás con ella es divertida, como que te hipnotiza, te envuelve, pero la realidad es que es una muralla, de ella sabemos lo que ella quiere que se sepa y eso me parece muy bien. Pero, sobre todo, es muy afectiva, incluso con quienes le han criticado.

¿Conoció a Miguel Boyer?
Sí, y le echo en falta, era muy inteligente, por eso Isabel se entiende tan bien con Vargas Llosa, porque admira la inteligencia de sus compañeros, y ambos lo han sido. Miguel era muy divertido, muy francés. Ahora que he conocido a Manuel Valls, me lo recuerda mucho.

¿A nivel político?
En parte sí, porque Valls se educó en un instituto del que salen los grandes políticos y empresarios franceses, y Boyer tenía una gran preparación. Ambos abandonaron la política y estoy convencido de que si Miguel viviera colaboraría con Valls, con quien hemos estado este verano en Menorca Rubén y yo.

¿Tamara es la heredera de su madre?
Esto es algo que le molesta mucho porque a ellas no les han educado para ser las herederas de Isabel, sino para ser como son. A Chabeli la conozco menos, pero cuando la he visto es divertida, rápida y aguda. Sufrió mucho cuando se tuvo que apartar de su mamá por seguridad; porque corrían peligro aquí.

¿Ana es muy diferente?
Es una mezcla de Isabel y Miguel, igual que Tamara, del marqués de Griñón y de Isabel.

Ana Obregón.
Fue tan generosa, un ser único, es una lástima que no se le dé el reconocimiento que merece. Y eso es lo que pretendimos, cómo se vuelca con el público para que se diviertan y disfruten.

¿Qué le sorprendió de Azúcar Moreno?
Lo que sufrieron debido a la muerte de su hermano Enrique, que les dejó muy pronto, porque le devoró la droga, como a tanta gente en los 80.

¿Por qué habiendo tanta gente valiosa, sólo se habla de quienes nada aportan?
No solamente en televisión, ahí están las redes, expandiendo mentiras, bulos, falsedades. El problema es que ahora nadie arriesga, tampoco los líderes políticos transmiten nada.

¿Cómo vive la situación de Venezuela?
Desde hace años trato de evitar hablar de política, soy consciente de que es una actitud egoísta, y lo reconozco, pero no quiero entrar en ese tema, aunque estoy convencido de que cuando el país, Venezuela, me pida que haga algo, no sé si voy a estar capacitado para hacerlo, ya que me he esforzado por ser de un país, España, que me permite vivir sin miedo.

¿Su papá sigue viviendo en Caracas?
Sí, y es una preocupación para nosotros, pero hay una frase que le define: “Quiero ver el final de esta película”. Él ha sido un gran crítico de cine y no puede por menos que ver lo que ocurre como una mala película, ya que Venezuela se ha convertido en un lugar estratégico de las tres grandes potencias: Estados Unidos, China y Rusia, nada que ver con lo que yo viví.

¿Cómo es su relación con la tele?
Es una historia de amor con la que me he sentido muy seguro cuando estoy en el plató. Ha sido un camino largo que empezó en la pública y que me permitió transitar por las privadas.

¿Hay mucha diferencia entre ellas?
La pública tiene un estilismo, una experiencia con la que yo he encajado. Diría que he hecho el camino al revés, porque soy un producto de las privadas que ha terminado en la pública, que es de todos, y que tiene una industria muy buena.

Lo dice porque ha trabajado en Estados Unidos.
Allí se hace una televisión muy mala, muy plana, sin riesgo de ningún tipo, en cambio en España está muy viva, la gente ríe, llora, grita, es un reflejo de cómo es este país.

¿Cómo ve España?
Es el país de la diversidad en todos los ámbitos, el resultado de nuestra historia. A mí, me fascina ver en una cena de amigos cómo se enzarzan en una discusión y, cuando tú crees que se van a matar, las aguas vuelven a la calma y al rato están riendo y charlando como si no pasara nada. Eso sólo ocurre aquí.

Su foto favorita

“Esta foto con Rubén nos la hizo Susana Gallardo, la mujer de Manuel Valls, en Menorca.
Es un reflejo de lo que vivimos, subiendo y siempre en la aventura”, explica Boris.

Quién es el

Nació En Caracas, en 1965. Su padre fue director de la Cinemateca Nacional de Venezuela y su madre, bailarina de ballet clásico y danza contemporánea. Tiene dos hermanos: Rhazil y Valentina.

Inicios. Tenía 16 años cuando comienza a escribir en el diario ‘El Nacional’. Es coautor de telenovelas tan famosas como ‘La Dama de rosa’. Tras su llegada a España, colabora
en ‘La Ventana de la SER’ que dirige y presenta Gemma Nierga. Actualmente colabora en ‘El País’, en ‘Marie Claire’ y la revista ‘Zero.

Televisión. Su primera aparición fue en ‘Moros y Cristianos’, pero no fue hasta su incorporación a ‘Crónicas Marcianas’ cuando consigue la fama en nuestro país. Con Ana García Siñeriz, presentó ‘Channel nº 4’ y ha sido jurado de ‘¡Mira quién baila!’ en TVE. En Miami colabora en ‘Suelta la Sopa Extra’. En su última etapa televisiva, ha colaborado en ‘Prodigios’ y ‘MasterChef Celebrity’, además de presentar ‘Lazos de Sangre’, en TVE.

Ha publicado varios libros de éxito, el último, ‘Tiempo de Tormentas’.

Familia Está casado con Rubén Nogueira.

Fuente: Leer Artículo Completo