Diana Taylor, la influyente novia republicana (y experta en banca) de Michael Bloomberg
El curriculum de Diana L. Taylor es muy potente, aunque es más conocida por su pareja, Michael Bloomberg, el multimillonario exalcalde de Nueva York que acaba de anunciar su candidatura por el Partido Demócrata para enfrentarse a Donald Trump. Bloomberg y Taylor se conocieron en el año 2000, en un acto solidario. Se sentaron juntos, se gustaron y nunca más se han separado. Así lo explicó ella misma, que asegura que tras casi veinte años de relación, no tienen planes de boda. “Así estamos bien”, dice cuando le preguntan por el tema una mujer que fue amiga íntima del diseñador Óscar de la Renta, que la definió como una mujer natural, directa y poco dada al artificio. Con creaciones del dominicano se ha vestido en más de una ocasión, también con prendas de otra firma que le encanta: Carolina Herrera. Tiene buen gusto, también personalidad. La sacó sin necesidad de abrir la boca, cuando parte de la prensa especializada la machacó por repetir vestido en las carreras de caballos del Hampton Classic en 2009. Su reacción: ponerse el mismo traje en el mismo evento al año siguiente.
Empezó su carrera como banquera de inversiones en Smith Barney tras acabar sus estudios en la Universidad de Columbia, pero dejó el puesto para dedicarse al sector público, donde fue asistente del gobernador republicano George E. Pataki. Fue allí donde aprendió cómo se desarrolla la política estadounidense tras las bambalinas. “Me gusta escuchar”, declaró en The New York Times intentando dar a entender que no le gusta estar en primer plano, a pesar de que en cuanto Bloomberg alcanzó la alcaldía de Nueva York apareció en Vogue posando con sorprendente naturalidad.
Diana (64 años) está divorciada y no tiene hijos. Bloomberg (77) tiene dos hijas de su matrimonio con la británica Susan Brown Meyer. Siempre se han jactado de tener buena relación con ella y las herederas del exalcalde que posee varias propiedades en Londres, ciudad a la que viaja con Diana con cierta frecuencia.
Sin miedo a la confrontación
Taylor nunca ha estado quieta. No solo ayudó a su compañero durante la campaña para hacerse con la alcaldía –que ostentó de 2002 a 2013–, sino que tras lograrlo, ejerció como superintendente para la banca del Estado de Nueva York, cargo que la colocó al frente de miles de entidades. En ese puesto volvió a mostrar su firmeza al ser una de las pocas voces autorizadas que se opuso a que bancos como JP Morgan quedaran fuera del control gubernamental. Eran los años previos a la crisis económica que se desataría en 2007 y también se quedó sola cuando advirtió de productos tóxicos que habían puesto en el mercado financiero entidades “que ocultan o entierran información sobre los términos reales de sus préstamos”. Tras dejar el cargo, fue directora gerente de la empresa de fondos de inversión Wolfensohn y parte de las juntas de Citigroup y Sotheby’s.
Precisamente en la casa de subastas mostró Taylor su cara menos amable. Fue en 2011, cuando en una reunión de la junta, un grupo de trabajadores interrumpió una reunión para exigir mejoras laborales. “Tengo algo que deciros”, dijo dirigiéndose a ellos después de haberlos ignorado, “tuve una charla con Bill Ruprecht [CEO de Sotheby’s] sobre este asunto y le he dicho que si accede a cualquiera de vuestras demandas, dimitiré de la junta”.
Esa rotundidad también la ha expresado en otro ámbitos. Por ejemplo, para referirse a Barack Obama: "Para alguien que iba a venir a ser el gran unificador, ya sabes, cambiando cosas y diciendo cosas esperanzadoras, no ha funcionado muy bien. El país está más dividido ahora que nunca”. También tuvo un duro enfrentamiento con otra demócrata, la senadora Kirsten E. Gillibrand, a la que quiso arrebatar el puesto en 2010 para el Partido Republicano. En ese conato de dar un paso adelante, la apoyaron políticos como George Bush y a pesar de que se dejó entrevistar por ese motivo y pidió apoyos que le fueron dados, finalmente decidió no presentarse.
Lo que no hizo fue alejarse de la política, pues ese mismo año se ofreció como asesora de Reshma Saujani, una joven demócrata que aspiraba a al Congreso de los EEUU. Ese vaivén entre partidos también lo ha protagonizado su pareja, pues Bloomberg siempre ha sido del Partido Demócrata, pero fue alcalde republicano tras sumarse a las filas del partido por el que Triump es presidente en 2001. Lo dejó en 2007 para presentarse como independiente, pero ahora vuelve a su antigua formación para enfrentarse a unas primarias frente a candidatos como Joe Biden o Elizabeth Warren.
No se sabe cómo afectarán esas idas y venidas a las nuevas aspiraciones de Bloomberg. Lo que está claro es que además de dinero –su fortuna esta valorada en 54.000 millones de dólares– tiene experiencia y el apoyo y el asesoramiento de una mujer que está considerada entre las más influyentes de Nueva York, ciudad que le ha aportado al magnate varias alegrías electorales.
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