Fiebre en el recién nacido y en el bebé, cómo debes actuar

La fiebre en el recién nacido y en los bebés es quizás lo que más preocupa a los padres durante la aventura que supone la maternidad y paternidad. Saber cómo actuar cuando a los peques les sube la temperatura, así comoaprender a diferenciar cuándo no has de alarmarte por la fiebre de cuándo sí has de vigilarlo con mucha atención es primordial para el bienestar del bebé, así como para tu tranquilidad.

Y es cuanta más información tengas, con más seguridad y calma afrontarás los distintos problemas y retos que plantea la crianza de un hijo. Y es que en esta nueva etapa con un bebé a tu cargo, van a ser muchas las dudas y preocupaciones que te asalten, desde cómo saber si la respiración del bebé es normal, a tener claro cómo interpretar la curva del peso del recién nacido, pasando por qué debes hacer si al bebé le sale un chichón en la cabeza, hasta cómo ha de ser su higiene y el cuidado de su piel.

Por ese motivo, queremos darte, una a una, las claves necesarias para despejar todas las dudas sobre la fiebre del bebé. Porque sí, controlar la temperatura corporal de tu pequeño es muy importante, pero ojo que el hecho de que suba no deberías verlo siempre como algo negativo. Y es que, a pesar de que es cierto que la fiebre es un síntoma que acompaña a multitud de enfermedades y a otros tantos problemas infantiles, sin embargo, aunque resulte extraño decirlo, deberíamos darle la bienvenida a la fiebre.

Para empezar, tienes que tener muy claro que la fiebre es un mecanismo de defensa del organismo frente a gérmenes patógenos que pretenden invadirlo. Es decir que la fiebre significa que el cuerpo está haciendo bien su trabajo para protegerse de estos gérmenes. Por tanto, excepto en los casos que indicamos adelante, bajar la fiebre no es lo primordial, ya que interrumpirías el proceso de defensa. Debes saber pues que lo realmente importantees descubrir el origen de la fiebre, descubrir contra qué lucha nuestro organismo.

De todos modos, aquí tienes todo lo que necesitas saber sobre la fiebre tanto en el recién nacido como en el bebé. A partir de ahora, dejarás de alarmarte innecesariamente y tendrás muy claro cómo y cuándo actuar ante un niño con fiebre y podrás disfrutar de la sonrisa de tu bebé en cuanto vuelva a encontrarse mejor.

No te fíes de la cantidad de fiebre que tenga el niño para consultar al pediatra: hay infecciones que van acompañadas de temperatura ligeramente elevada, como la bronquiolitis, que pueden comportar más riesgo que otras como la amigdalitis, que a veces se presenta con 40 ºC de fiebre.

Tampoco es lo mismo que la fiebre afecte a un adulto, a un recién nacido o a un niño de corta edad. Por protocolo médico, se considera a los recién nacidos y menores de 3 meses dentro del mismo grupo febril; los de 4 a 12 meses forman otro grupo conocido como lactantes; de 1 a 3 años son bebés o niños de corta edad y desde 3 años, niños.

Aunque las mamás tienen un sexto sentido para detectar cuándo el niño no está bien, conviene disponer de un termómetro que confirme y cuantifique si tiene o no fiebre.

Los pediatras han establecido los siguientes rangos de temperatura para catalogar la fiebre en los bebés y recién nacidos:

Hasta 37,5 ºC es febrícula y no es preocupante, ni es preciso tratarla con medicación (salvo si se trata de recién nacidos o, a cualquier edad, si se mantuviera varios días).

De 38 ºC a 39 ºC es fiebre moderada. Trátala con los fármacos indicados por el pediatra y acude a consulta para determinar la razón.

– A partir de los 39 ºC se considera fiebre alta, es obligatorio bajarla e ir al médico.

Estas temperaturas se han establecido para la toma de la temperatura en la axila. Y si la mides en el oído, con un termómetro de infrarrojos, haz el cálculo según indique el fabricante.

Los termómetros de mercurio ya no se venden por la toxicidad que comporta una rotura, pero en algunas casas se mantienen. Pide a abuelos, tíos y cuidadoras que no los usen.

-Mientras el bebé tenga febrícula y no esté molesto:

No hace falta que le des ningún medicamento. Puedes quitarle algo de ropa, dale la comida templada, ofrécele agua fresca y déjale a sus anchas, tranquilo, sin juegos bruscos ni demasiados abrazos, ya que con la mejor intención le transmites tu calor.

-Si la fiebre pasa de 38 ºC:

A las medidas anteriores puedes añadir un baño en agua templada (a dos grados menos que su temperatura corporal) o también puedes mojarle la nuca, el pecho, las muñecas y las ingles con una esponja de agua templada y darle un fármaco para bajar la fiebre, un antitérmico. El principio activo de primera elección para estos casos es el paracetamol.

A partir de los 6 meses puedes utilizar también el ibuprofeno. En ambos casos, respeta la dosis que te haya indicado el médico y el horario pautado para su administración. No hacerlo puede tener graves consecuencias. No automediques al niño ni alternes los dos productos por tu cuenta. Es mejor seguir con uno solo, ya que no está demostrado que la mezcla sea más eficaz que la administración regular de uno de ellos.

Como sabrás, en la edad pediátrica, de 0 a 14 años, no está recomendado utilizar el ácido acetilsalicílico para la fiebre. Indícaselo a quienes lo cuiden.

Mientras esté con fiebre ofrécele agua fresca con frecuencia, ya que uno de los riesgos de la temperatura corporal alta es la deshidratación. Si estás con lactancia, ofrécele el pecho más a menudo para hidratarlo y porque además se sentirá mejor.

En el caso de niños con antecedentes de convulsiones o de trastornos neurológicos, el tratamiento medicamentoso de la fiebre debe ser previo a los 38 ºC, a fin de prevenir la aparición de estas sacudidas que tanto preocupan a los padres.

El caso de los recién nacidos y menores de 3 meses lo valoramos aparte, porque sus circunstancias son especiales. Si al cogerle en brazos notas que está caliente, tómatelo con prudencia. Ellos todavía no regulan bien el calor corporal y cualquier berrinche, exceso de personas en su cuarto o ropa incorrecta en su cuna puede subirles la temperatura de manera sospechosa.

Antes de nada, destápale, comprueba que el calor ambiental no es excesivo y déjale media hora ligerito de ropa. Piensa si en las 24 horas anteriores le has puesto una vacuna, o si le acabas de dar el biberón y estaba caliente, o si ha pasado por los brazos de toda la familia.

Si la respuesta a todo lo anterior es no, y tras la espera su temperatura no desciende de 37,5 ºC, llévalo ya al médico.

Si en la consulta no se detecta una causa clara que motive la fiebre, el pediatra recomendará que lleves al niño al hospital para que le hagan pruebas. Las infecciones urinarias en varones y las otitis e infecciones respiratorias en ambos sexos suelen ser las causas más comunes.

A partir del tercer mes el bebé experimenta una ligera maduración en su sistema inmunológico y, además, cuenta ya con la ayuda de las vacunas. Es un avance, pero no es para confiarse. Sin demasiado agobio, si tiene fiebre pide cita con su pediatra y sigue sus indicaciones.

La fiebre es un aliado de las defensas del niño, pero hay que tenerle cierto respeto, tratarla cuando sea preciso y consultar al pediatra cuando tengas alguna duda sobre el estado general del pequeño.

Entre los síntomas que debes observar con atención están los siguientes:

– Está demasiado somnoliento, no quiere que le saques de la cuna y rechaza que le cojas en brazos.
– Está ausente si le preguntas y no presta atención al entorno.
– Le aletea la nariz, le cuesta respirar y se le hunden las costillas.
Rechaza líquidos y el alimento.
– Tiene manchas rojizas en la piel.
– Indica de algún modo que le duele la cabeza o las articulaciones.

Se trata de sacudidas y contracciones musculares que se presentan durante un proceso febril. Pueden aparecer entre los 6 meses y los 5 años de edad y en los casos en que surgen tienen cierta tendencia a repetirse.

Para tu tranquilidad, no están relacionadas con la epilepsia y en la inmensa mayoría de los casos son inofensivas.

Síntomas de convulsiones por fiebre en un bebé:

– Afectan a todo el cuerpo, sobre todo a las extremidades.
– El niño pierde la consciencia.
– Son de corta duración: duran un par de minutos, aunque se dan casos en los que llegan a durar hasta 15 minutos.
– Si surgen con fiebre baja hay una mayor tendencia a que se repitan que cuando están motivadas por fiebre alta.
– Suelen existir antecedentes familiares similares.
– Una vez que han terminado, el niño está normal.

Y así debes actuar ante convulsiones por fiebre:

– Hay que mantener la calma y esperar a que pasen. Eso sí, evita que el niño se golpee o se dañe con algo.
– Recuerda que no debes meterle nada en la boquita.
– Finalizada la convulsión tiene que verlo un médico para determinar la infección que causó la fiebre y, si procede, indicar la medicación preventiva que considere.

Es el caso contrario a la fiebre, se conoce como hipotermia y se considera como tal cuando la temperatura corporal es menor de 35 ºC. Un bebé poco abrigado en su cochecito y sometido a viento fuerte, un niño que está en la piscina, no quiere salir de ella y tiene los labios morados, o un recién nacido con poca ropa pueden padecerlo.

Los síntomas

– En los bebés recién nacidos: manos, pies y nuca fríos; letargo y piel muy pálida, casi transparente.

– En bebés a partir de 3 meses de edad: labios y uñas amoratados, frente fría, palidez extrema, tiritona incontrolable y respiración muy lenta.

Qué hay que hacer ante un bebé con hipotermia

Hay que aumentar la temperatura corporal del pequeño poco a poco.

– Desnúdate, pégale junto a tu cuerpo para transmitirle tu calor, pon las manos en sus pies y tapaos juntos en la cama.
– Si está consciente puedes darle el pecho, un biberón de leche o bebida caliente, según la edad.
– Cuando se recupere, llévalo al médico. Y si no consigues que le suba la temperatura id a urgencias.

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