Llegar tarde puede ser beneficioso (aunque no te lo parezca)

Por más que lo intentamos nos es materialmente imposible llegar a la hora a cualquier cita. Da igual que nos empecemos a arreglar con más tiempo de lo normal, que nos demos una ducha de cinco minutos, que dejemos la ropa preparada la noche anterior o que planifiquemos con antelación la ruta con Google Maps para no salir con el tiempo justo. Siempre llegamos tarde. Nuestros amigos ya nos han dado un ultimátum y vivimos siempre contrarreloj y con el miedo de causar una mala impresión cuando menos lo necesitamos. Pero, al parecer, ser una experta en la materia del «estoy saliendo» cuando, realmente de lo que acabas de salir es de la ducha, es mucho mejor de lo que jamás hubiera podido pensarse.

Según ha apuntado la edición australiana de Harper’s Bazaar, se ha demostrado que las personas que siempre llegan tarde son personas mucho más optimistas, tienen más éxito en su vida laboral y en los proyectos que emprenden, además de ser más creativas.

Y es que, según un estudio citado por el medio, se establecía que las personas que suelen retrasarse, al ser más positivas, creen que el tiempo que está a su disposición podrá cundir mucho más, debido a confiar en su plan y organización de este tiempo. Además, al ser optimistas, suelen ser personas que tienden más a relajarse como consecuencia de ver siempre el vaso medio lleno. Y esto no podría ser más beneficioso para la salud.

Tal y como también apunta el medio sobre otro estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2008, ser optimista beneficia la salud cardiovascular y lo protege de otras enfermedades. «La investigación desvela que una visión optimista puede predecir una mejor salud y una menor tasa de mortalidad durante los períodos de seguimiento de 15 a 40 años», podía leerse en el estudio.

Es decir, llegar tarde tiene tantas ventajas que hasta puede salvarnos la vida. He aquí una nueva excusa para la impuntualidad.

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