Estas son las medallitas que adora Margherita Missoni y causan furor entre las italianas
El origen de Merù se remonta a 1959, cuando Francesco Mereu decidió emprender un negocio como relojero tras haber estudiado la profesión en la escuela de arte de Milán. Pasó de los relojes a las piezas de joyería para satisfacer la demanda de su público, unas piezas modestas en su inicio que después se convirtieron en maravillas de alta joyería. Merù se hizo famoso por lo insólito de sus creaciones, que no se parecían a ninguna otra, así como por su nombre. El relojero concedió una entrevista a la revista Bellezza, del grupo Palazzi Editori, en la que salió publicado por error el nombre de Merù, en lugar de Mereu. Al principio causó risas entre sus amigos, pero más tarde Francesco lo adoptó como nombre para su taller.
El taller ha estado desde el principio situado en la calle Solferino 5, del ahora exclusivo barrio de Brera, en Milán. Curiosamente, Francesco no soportaba el sonido de los relojes y necesitaba apagarlos uno a uno antes de dormir. Hoy la cosa se queda en casa y los hijos de Francesco continúan su labor mientras aseguran que en sus joyas se fusionan lo vintage y lo moderno sin perder la esencia original.
Margherita Missoni, que tiene el poder de agotar todo lo que toca, apoya la marca luciendo muchas de sus piezas en las redes sociales. No hay duda de que las joyas Merù han conquistado a la diseñadora. Ella se atreve con originales pendientes de aro fabricados en oro de 18 quilates y pintados a mano con motivos animales. También ha llevado otros mucho más extravagantes de forma circular con un imperdible que cuelga de la base.
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Las piezas conforman un auténtico lujo de ostentar y en su página web podemos encontrarnos con sortijas cuyos precios oscilan entre los 130 euros y los más de 6.000. Los collares son el buque insignia de esta firma, no solo por su originalidad, sino por su versatilidad en la forma de disponer las piezas. Se pueden combinar diferentes medallones entre sí, para decorar las numerosas cadenas disponibles. Sus increíbles anillos y pendientes no tienen nada que envidiar a otras firmas de alta joyería mucho más conocidas. Los mundos fantásticos son la base de la inspiración de todas las joyas.
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Concretamente, los motivos de muchos de los medallones provienen de antiguas obras de arte, como las características figuras angelicales representadas hasta la saciedad en pinturas o esculturas a lo largo de la historia y que Merù ha trasladado a la joyería en forma de coral rosa o pintando a mano sobre oro. La casa también reproduce obras modernistas como es la de El beso, del pintor austriaco Klimt, en algunas de sus creaciones. Una de las colecciones más veraniegas está dedicada al mar, con corales, conchas y perlas naturales convertidas en pendientes. Como colofón, una cadena de cuentas de coral rojo con adornos de oro inspirados en el mediterráneo y pintados a mano. El famoso cuerno de la suerte de Nápolesy otros símbolos religiosos en forma de cruz cristiana o estrella de David también han encontrado un hueco en Merù.
La estética de la marca, que también vende pequeños colgantes individuales, apuesta por el uso de grandes piezas recargadas y decoradas sin temor. Algo que sabe muy bien Chiara Ferragni, quien posee un colgante único y personalizado por la marca con imágenes de los miembros de su familia. También está disponible una colección de hombre con una cantidad de artículos bastante más reducida que no deja de lado la estética de la casa.
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