Los vestidos del desfile de Valentino son maravillosos, pero el maquillaje (y todos los zapatos planos) aún más
La lluviosa tarde de ayer domingo en París se llenó de vida con la nueva Colección Primavera – Verano 2020 de Valentino. Su diseñador creativo, Pierpaolo Piccioli, se decantó por los señoriales pasillos del Hotel Nacional de los Inválidos de París para presentar su nuevo trabajo bajo canciones clásicas como Moon River o deThe Smith, con las que coronó uno de los desfiles más nostálgicos de la firma hasta el momento. Y… ¡sorpresa! Los tacones no aparecieron en ningún momento: todo el calzado se basó en sandalias tipo romano, anudadas al tobillo, trenzadas… apostando una vez más por la comodidad y sencillez.
El toque de fantasía y magia estuvo presente en el brillante maquillaje de las modelos, y los artesanales diseños con cortes delicados, plisados y fruncidos –sello del diseñador creativo– que desprendían romanticismo y frescura mientras recorrían el espacio al ritmo de la voz de Frank Ocean.
Los colores neón –naranja, rosa y amarillo– conjugaron a la perfección con el blanco pulcro de la colección creando así una nueva temporada llena de vitalidad. Como dijo Piccioli en sus declaraciones tras el desfile, ‘se trataba de hacer lo ordinario… extraordinario’, y así ha sido. ¡Bravo Pierpaolo!
Estos diseños, creados por las manos de las costureras en el taller a las que suele homenajear en su cuenta de Instagram, hablaban sobre la poesía y belleza femeninas.
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El diseñador ha recuperado como referente la colección de 1968, compuesta de modernas propuestas creadas a partir del perfecto color blanco convirtiéndose así en el ‘nuevo lujo y símbolo de modernidad’, como se describió en ese momento. Como ya es habitual, los motivos de la fauna –el mono en concreto– y flora tropical del pintor francés Henri Rousseau donde residen los colores brillantes y contrastados, fueron otro de los pilares de la presentación.
Pero para Pierpaolo la fuente de inspiración es infinita. Desde el fabuloso y enriquecedor archivo de la firma hasta las columnas clásicas de los templos romanos, que abordan cada pliege de sus modelos para la próxima privamera.
Vestidos con escotes de vértigo o cuello victoriano, mini vestidos de corte limpio ideales para el público millenial, plumas de marabú para los diseños más elegantes, camisas blancas reconstruidas en modernos vestidos, diseños con mucho volumen que rozan los tobillos…
Si hace unos meses atrás las llamativas plumas convertidas en pestañas robaban gran protagonismo a la pasarela, esta vez son los historiados maquillajes de pedrería dorados los que han aportado la luz celestial al desfile.
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