Ingredientes que no deberían incluir nunca tus cosméticos

El movimiento Clean Beauty –un concepto tan amplio como vago y controvertido, no apoyado por todos los expertos, que consiste en apostar por productos sin formulaciones que pueden ser perjudiciales para la salud– ha propiciado que grandes empresas como Sephora y celebrities como Gwyneth Paltrow o Kourtney Kardashian, dos de las máximas defensoras de la cosmética limpia (esta última, sin ir más lejos, además de Poosh, un sitio web de estilo de vida en la línea de Goop, lanzó una aplicación que evalúa la toxicidad de los productos de cuidado personal) empiecen a aplicar políticas que regulan el uso de determinados ingredientes en los productos de cosmética que comercializan bajo el sello de “Clean”. De hecho, desde julio de 2019, la lista de componentes en cierta manera vetados por la multinacional norteamericana incluye algunos de los que más se vienen poniendo en duda últimamente, y seguro que te suenan si lees detenidamente la composición de los productos de belleza de gran consumo que tienes en casa. Y es que igual que pasa con la alimentación, revisar los ingredientes de tus cosméticos antes de comprarlos debería ser ya una costumbre adquirida.

Los más comunes y más controvertidos son: parabenos, sulfatos, filtros químicos presentes en los fotoprotectores como la oxibenzona (todos estos son considerados disruptores endocrinos), derivados del petróleo (como los aceites minerales, siliconas y parafinas), alcoholes y fragancias sintéticas. Vamos a descifrarlos.

El debate sobre la toxicidad o no de los parabenos

En cosméticas estas sustancias actúan como conservantes para evitar la aparición de bacterias y penetran profundamente en la piel. Dentro del organismo actúan de la misma manera que los estrógenos, interfiriendo en el funcionamiento natural de las hormonas. Los reconocerás en sus formas más comunes: propilparapeno, isopropilparapeno –estos son seguros y eficaces usados en las proporciones permitidas, esto es: en un máximo del 0,4%– además de isobutilparabeno e butilparabeno –estos dos últimos deberían evitarse por precaución, según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios)–.

¿Por qué su uso es tan habitual en las formulaciones? Porque son baratos y se necesita poca cantidad para que sean eficaces ¿Qué dice la Unión Europea sobre los parabenos, en particular, y los disruptores endocrinos, en general? “A fin de garantizar un alto nivel de protección de la salud humana, el Reglamento sobre cosméticos establece un sistema de restricciones relativas al uso de determinadas sustancias en cosméticos. El Reglamento sobre cosméticos no establece disposiciones específicas para los alteradores endocrinos. Cuando una sustancia identificada o considerada como potencial alterador endocrino haya sido clasificada también como CMR (esto es: sustancias clasificadas como carcinógenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción) se aplicará el artículo 15 y la sustancia deberá prohibirse a menos que se conceda una excepción a la prohibición sujeta a los estrictos requisitos establecidos en el artículo 15, apartados 1 (dictamen del Comité Científico de Seguridad de los Consumidores) y 2 (cumplimiento de los requisitos de seguridad alimentaria de la legislación alimentaria general, uso limitado a categorías de productos específicas, falta de disponibilidad de sustancias alternativas adecuadas y evaluación y dictamen positivo por parte del CCSC sobre su uso seguro en productos cosméticos). En los casos en que el alterador endocrino identificado o potencial no esté clasificado como sustancia CMR, su uso en productos cosméticos se ajusta a las disposiciones generales del artículo 31 del Reglamento sobre cosméticos, que exige un dictamen científico del CCSC”.

Los sulfatos

Muy presentes en los productos para el pelo como los champús. Según indica la OCU, los sulfatos más habituales en los productos capilares son el Sodium Lauryl Sulfate (SLS) y el Sodium Laureth Sulfate (SLES). La mala fama de estos tensioactivos (agentes responsables de generar espuma en el producto final) es que pueden causar deshidratación y reacciones alérgicas, pero lo cierto es que son los que normalmente mejor retiran la grasa. De todos modos, está demostrado que las fórmulas suaves, libres de sulfatos o detergentes agresivos que sequen y debiliten en exceso el cabello favoreciendo una reacción hiperseborréica, al final nos suelen permitir espaciar los lavados cada vez más por varios motivos: reducen los residuos y permiten tener un cuero cabelludo sano que ejerce bien sus funciones. Ya es hora de quitarte de la cabeza la falsa asociación entre espuma y limpieza.

Los derivados del petróleo

Más concretamente los aceites minerales, las siliconas y las parafinas. Todos ellos compuestos que se utilizan porque son muy económicos y porque su aspecto es oleoso, incoloro y transparente, y aporta suavidad e hidratación. Lo cierto es que estos ingredientes no nutren la piel, sino que forman una película grasa que obstruye los poros e impide la transpiración. Ojo porque están muy presentes en uno de los productos de moda en el maquillaje: las prebases que se usan para alisar, afinar e iluminar la piel antes de aplicar el fondo de maquillaje de manera que ésta aguante horas y horas sin tener que retocarla. En este caso hay que dar preferencia a aquellas elaboradas con aceites vegetales de origen natural. ¿Como el aceite de coco? Sí y no. Cuidado con este otrora producto de moda porque es altamente comedogénico –puede causar brotes de acné, esto es: los poros se obstruyen, las bacterias crecen en el folículo y conducen a la inflamación–. ¿Qué tipos de aceite entonces? Aceite de argán, de cáñamo, de borraja, o de caléndula, por ejemplo.

Los alcoholes

Al referirnos a alcoholes, estamos englobando un grupo de compuestos muy presentes en cosmética y que pueden ser tanto naturales como artificiales. Diferenciaremos los alcoholes de cadena corta (etanol o alcohol bencílico), más líquidos y volátiles, actúan como disolventes, tienen propiedades antisépticas y astringentes, y también son capaces de potenciar la penetración cutánea de ciertos compuestos; y los de cadena larga (glicerina), de consistencia grasa y más empleados como espesantes y emulsionantes. ¿Cuáles hay que evitar? Vaya por delante que los alcoholes son seguros y además de permitidos, en muchos casos están recomendados, pero si tu piel es especialmente reactiva: evita siempre que puedas los cosméticos con alcoholes de cadena corta artificiales.

Las fragancias

Existen fragancias de origen natural y otras que se obtienen mediante síntesis en laboratorio. Todas ellas –sí, incluso los aceites esenciales como el de lavanda, el de lemongrass o el de rosa, además del citronellol o linalool– son susceptibles de causar fotosensibilidad, dermatitis, eccemas y urticaria en un porcentaje alto de pieles así que ninguna de ellas, natural o artificial, está exenta de causar irritación. Se presume que una concentración menor a 0,01% sería bien tolerada por la mayoría de pieles, el problema es que prácticamente ningún cosmético con fragancia detalla su contenido exacto. De todos modos, hay que leer y entender las etiquetas de los cosméticos siempre.




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